Izquierdas era la de antes...

SEBASTIÁN DA SILVA
Siempre me resultó curioso ver cómo el Dr. Tabaré Vázquez en sus oratorias como candidato, trataba casi de lelos o de gurises chicos, a sus eventuales auditorios. Lo curioso no era el despliegue de la ornamental semántica a que nos tiene acostumbrados, ni mucho menos sus caminatas por los estrados, algo natural en su esencia como orador, sino cómo la otrora izquierda intelectual, ideológica y académica le festejaba a rabiar un sinnúmero de frases huecas o explicaciones infantiles. Un ejemplo bien bizarro de lo que decimos, fue aquella llamada del Chino Recoba en el medio de un discurso, para manifestarle su adhesión. En ese momento vimos tanto a un excitado candidato como al Presidente vociferando de alegría y a la multitud que lo acompañaba, aplaudiendo a rabiar en un evento de esta naturaleza.
Con el paso del tiempo y ya en pleno ejercicio del Gobierno, comienzo a encontrar alguna explicación que supera el tradicional instrumento maniqueo al que recurre la izquierda cada vez que está en problemas: éste es el Frente de Tabaré. De aquellos discursos profundos del Gral. Seregni, o de las proclamas de Vivian Trías o de Emilio Frugoni, llegamos a las costas del río Negro y a la mítica Santa Isabel de Paso de los Toros, donde se escucharon estruendosos vítores al "que te jedi" del Presidente por haberle permitido recibirse de Médico, no sin antes aplaudir por la explicación de la suerte del ciclista o del cuadro de fútbol. Cuando leo en las crónicas de los concurrentes, entiendo las razones por las cuales se utilizaron cerca de veinte minutos para hacerle entender a la gente que el crecimiento económico no era fruto de la coyuntura internacional, como todo el mundo sabe, sino que es por los milagros del progresismo en el poder.
A milanesa y vino, acarrearon más de cincuenta ómnibus para tener la "claque" amanuense que permitiera montar el escenario adecuado. Lo que importaba no era que se reunieran los ministros para recibir los reclamos populares, sino un ensayo de lo que será la próxima campaña electoral. La altura de las circunstancias: era a ras del suelo.
Esta vez no hicieron un pomposo y millonario estrado en la Plaza Independencia, tampoco armaron siete escenografías con enormes fotos para la cadena nacional. Fue más sencillo. Los genios del marketing oficialista decidieron, sin más trámite, hacer un acto proselitista con la plana mayor del Gobierno.
A esta altura a nadie sorprende tan indigna violación de la Constitución, mucho menos el agravio hacia quienes piensan distinto a ellos. Esta vez nos tildaron de profetas del oscurantismo. Y en la prepotencia pública con que enfrentan algunos reclamos sindicales, lo que sorprende es que sea el primer mandatario en persona y sin ningún pudor ni eufemismo, el que la lleva a cabo.
Si la izquierda fuera la de antes, quizás alguien le recordara algunas cosas. En primer lugar, que su investidura es mucho más importante que su persona, le guste o no.
En segundo término, que su investidura le permite gobernar una República, lo que implica, republicanismo, tolerancia, respeto y educación, hacia la mitad de esa república que no piensa de acuerdo a sus convicciones.
Y lo más importante, es que el Presidente debe ser el primer vigilante de la Constitución, si lo que desea es tener autoridad moral para exigir los derechos que de la misma, le ofrece a él, a su familia y a sus correligionarios.

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