Todo por dos PEPES

Asqueroso, pero popular. Horrible, pero barato. Incomible, pero accesible. Así el “asado del Pepe”, lo peor que le pasó a la cultura uruguaya en los últimos 20 años. Los “productos Pepe” están generando una extraña y paradójica sensación: uno tiene la impresión subjetiva de que está consumiendo, pero al mismo tiempo el producto que consume es una porquería, de cuarta categoría. Así con el asado como con el chorizo como con el arroz. La cosa llega a extremos que un poquito de miedo: ayer caminando por 18 de Julio veo un cartel en una conocida librería-papelería que promueve los “CDs del Pepe”, unos discos compactos vírgenes a 4,90 pesos. Claro si uno se compra diez de esos compactos ya sabe que dos no van a funcionar, tres se van a rayar después de un mes de uso, otros dos van a trancar la máquina y los dos que quedan van a funcionar correctamente. Pero uno hizo negocio gastó 49 pesos y pirateó dos discos. Ya se olvidó, hace tiempo, del placer que daba consumir discos como objeto: romper el celofán, abrir el librito, mirar el arte, leer las letras de las canciones. Eso ya no existe: es mas barato bajar de Internet y copiarlo en un CD “del Pepe”. Ese es el problema cultural de los “productos Pepe”: promueven el infraconsumo. Establecen el engaño del “liberalismo de la pobreza”: nos hace libres de consumir cosas de cuarta categoría. Es el comienzo explícito del racionamiento. Implícitamente, el racionamiento mental y cultural, la uniformización del consumo, ya establecida.

Con su maniobra de marketing, el ministro de Ganadería –el ministro Pepe- logró hacer palpable algo que ya estaba latente en la sociedad. Son productos del Pepe los Nike falsificados, son del Pepe los carros de chorizo sin permiso sanitarios, son del Pepe las ferias que venden cosas robadas. Es del Pepe la cultura lumpem, la dictadura del plancha. Es del Pepe la pasta base, un producto de poca calidad elaborada desde los residuos de otra droga de baja calidad. No sería de extrañar la aparición de un “Pepe del Pepe”, un Pepe de menor categoría pero clonado del Pepe auténtico, un Pepe con mayor porcentaje de grasa y hueso que el Pepe verdadero. Un Pepe al que sintamos que estamos eligiendo libremente, pero al que elijamos solamente porque es más barato. El Pepe, sus aforismos y su asado lo lograron: nos acostumbramos a consumir productos de porquería sólo por eso, porque son baratos. Y no pasa sólo con el asado. Existe el “rock nacional del Pepe”. Y el “cine uruguayo del Pepe”, ése en el que los pobres son brutos buenos y conmovedores. Y la “televisión del Pepe”. Y el carnaval del Pepe. Y la “literatura del Pepe. La compramos porque es barata, porque es la única que encontramos en la carnicería. El barrio agradecido.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jeje, muy bueno!